Colonia Suiza

Ubicada a 25 Km. de Bariloche, Colonia Suiza es reconocida desde hace décadas por sus populares curantos, que semana a semana reúnen a barilochenses y turistas en un verdadero acto de tradición. 

Todos los días Miércoles y Domingos la Junta Vecinal Organiza la Feria Regional Artesanal. En la misma se puede encontrar comidas típicas como el Curanto. *

¿Qué es el Curanto?

El curanto es una comida originariamente araucana, introducida desde Chile por Emilio Goye, uno de los primeros pobladores de la colonia.
Realizarla es toda una ceremonia: se cava un hoyo en la tierra de 15 cm. de profundidad (cuya superficie depende de la cantidad de personas), y se colocan piedras bochas (típicas de los lagos sureños) previamente calentadas al rojo vivo en un fogón. Sobre estas piedras se pone un colchón de hojas de nalca o maqui, y sobre éstas todos los ingredientes: carne de vaca, de cordero, de cerdo, pollos, chorizos, salchichas parrilleras, papas, batatas, manzanas, cebollas, zanahorias y zapallos ahuecados rellenos con queso, crema y arvejas. Según el “curantero” Rubén Nielsen, “lo básico son cinco tipos de carne y cinco tipos de verduras”.
Se vuelve a tapar todo con hojas, sobre las que se colocan lienzos húmedos para que no se pierda el calor y luego se cubre con abundante tierra, convirtiéndose de esta manera en un verdadero horno a presión. Cuando la cocción está lista comienzan a surgir de la tierra hilitos de humo, poco tiempo después se realiza el destape del curanto: los alimentos quedan tiernamente cocidos por el calor de las piedras.

El primer asentamiento suizo en la Patagonia

Oriundos del cantón Valais de Suiza, los Goye cruzan el Atlántico hacia fines del siglo XIX y se instalan en la zona central de Chile, donde el gobierno ofrecía tierras para ser trabajadas. Después de 10 años, alrededor de 1895, los hermanos Félix, Camilo y María viuda de Felley llegan al lugar que hoy es Colonia Suiza y deciden radicarse allí ya que esas tierras “eran muy similares a Suiza”, asegura Elena Goye, responsable del Museo “Los Viejos Colonos”.
Valiéndose de carretas y carros, los Goye cruzan maquinaria, vacas, ovejas y aves de corral por los Andes, y se dedican a la agricultura y ganadería. Con su producción triguera y frutal (manzanas, peras, ciruelas, cerezas, duraznos) reciben numerosos premios nacionales por su calidad. La instalación de un aserradero da progreso y trabajo al lugar, permitiendo la construcción de casas que hoy constituyen un importante patrimonio histórico de la región.
Con el paso del tiempo, otros suizos se asientan en la colonia: los Mermoud, Cretton, Jackard, Fotthoff y Neu y la gran familia se agranda.
Toda la rica historia de estos pobladores se encuentra documentada y en exposición en el Museo “Los Viejos Colonos”, organizado en la antigua casa de Marcelo Goye, construida en 1937. Además, en Colonia Suiza se puede visitar la Granja Suiza, un criadero de truchas, un aserradero industrial, entre otras posibilidades.

Testimonio de un colonizador

Protagonista de numerosos sucesos que fueron marcando la historia de estas tierras, Emilio Goye, el cuarto de 14 hermanos, inició la tradición del curanto en Colonia Suiza. Hace varios años tuvimos la oportunidad de entrevistar a Don Emilio y esto fue lo que nos dijo: “Empecé a hacer curantos en 1937, para mi familia, en los cumpleaños y otras ocasiones especiales. De a poco fueron sumándose los vecinos y el curanto se fue agrandando. A partir de 1940 lo empezamos a hacer a pedido, en Tunquelén… en el Club de Pesca, donde cocinábamos todos los domingos. El más grande que hice fue en el Hotel Llao Llao para 680 personas del Gremio Papelero”.
Esta tradición traspasó los límites provinciales ya que Emilio y otros familiares viajaron hasta Rosario invitados por la municipalidad hace casi 20 años. “Hicimos un curanto para 120 personas en la Tienda Favorita, cerca del río Paraná y del monumento a la Bandera. Me llevé la piedra y la hoja de acá y me las rebusqué para hacerlo”, nos comentaba sonriente.
Don Goye adaptó el curanto que se hace en Chile, a base de mariscos y pescados, y lo reemplazó por uno con carnes más acordes con esta región. Hoy en día sus sobrinos e hijos son herederos de esta costumbre tan arraigada en la familia, que ya es símbolo de un pueblo.

Ana Pedrazzini para Bariloche.Org