Me voy a Vivir al Sur
Alguna vez lo dijo… y lo hizo
Luisa Peluffo nació en Buenos Aires, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes y este año se cumplen 30 desde que llegó a Bariloche. En 1980 recibió el primer premio en el concurso Nacional de Cuentos Victoria Ocampo, por su libro Conspiraciones. Ganó el premio Emecé con su primera novela, Todo eso oyes, y su segunda novela, La doble vida, ganó el primer premio en Narrativa Región Patagónica de la secretaría de Cultura de la Nación y el premio Ricardo Rojas de la ciudad de Buenos Aires. Uno de sus últimos libros está teniendo un éxito singular: Se llama Me voy a vivir al sur, y el subtítulo sorprende: Manual de instrucciones básicas para emigrar a la Patagonia. En la contratapa las palabras son una invitación sugerente:
“Hace tiempo que una idea te da vueltas en la cabeza, entonces mientras vas como salchicha en el subterráneo que te lleva a la oficina te preguntás ¿por qué no? ¿por qué no cambiar de vida ya, en vez de pasarme la vida añorando cambiarla?
Ya no te bancás la mala onda en el laburo y en las calles de tu ciudad de origen. Trasladarte de tu casa a la oficina te lleva gran parte del día y te carga de tensiones. Además ¡qué calor!
Extrañás el clima seco del verano pasado en la montaña y el olorcito a madera de la cabaña en que te alojaste. Por otra parte, la ciudad que te vio nacer se ha vuelto peligrosa y además unos amigos ya se vinieron y te hablan maravillas de Bariloche, la Angostura, San Martín de los Andes, etc…” De ahí a hojear el contenido, y de ahí a leerlo, y de ahí a pensarlo, todo puede ocurrir con mucha rapidez. El libro da muchos consejos. Si tuviera que elegir solamente 3, Luisa se inclina por los siguientes:
– “El traslado tiene que ser una prueba que incluya todas las estaciones, no engañarse con una sola impresión, saber por ejemplo que el verano es corto y que el frío predomina el resto del año…”
– “A veces las personas hacemos estas movidas para solucionar problemas que no tienen que ver con mudarse… hay que preguntarse de qué se está escapando… a pesar de saber que de todas maneras hay que hacerlo para darse cuenta…y no es bueno quedarse con la intriga: corres el riesgo de quedarte toda la vida con la gran duda: ¿qué hubiera pasado si me hubiera ido?
Algo de esto va a incluir en un texto inédito que se sumará a la próxima edición, que “tiene que ver con ese karma de venir al sur, esa certeza de que nada es casualidad, y que por algo hemos venido…”
– A quienes tengan una propiedad en su lugar de origen, no vender de manera apresurada (“la vejez me ha vuelto práctica…en esas cosas me gusta tener los pies en la tierra…”).
En función también de esa próxima reedición, Luisa está revisando y corrigiendo detalles, e incluso ampliando algunos conceptos. Entre otras cosas, habrá más ilustraciones, y crecerá el glosario que complementa el “manual”, por ejemplo, en lo que respecta al origen de la palabra Patagonia. “Cuando llega la expedición de Magallanes y ven las famosas huellas de gran tamaño, no es que pensaron que había gigantes ni mucho menos, la palabra tiene su origen en Patagón, un gigante que aparece en una novela de caballería del siglo XVI, que se vestía con la piel de los animales que cazaba. Un marinero de esa expedición, denominó con este nombre a un tehuelche, por las enormes huellas que dejaban sus pies calzados con cueros de guanaco. Y de ese Patagón de la ficción viene el nombre Patagonia”.
Desde que llegó a Bariloche con su pareja en 1977, han transcurrido ya más de tres décadas y los cambios son notables. “Todo el Barrio jardín Botánico es nuevo, la zona de la universidad era puro bosque y hacíamos picnics, la plaza Belgrano era tan poco usada que yo iba a juntar hongos…”. El tráfico era mínimo. También cambió la conformación social, que pasó del tipo aldea a ciudad, y los problemas de identidad se profundizaron.
El enfoque, tan olvidado hoy, acerca de cómo vivió Bariloche los años de la dictadura, tiene en Luisa su recuerdo concreto. Ella tiene muy presente reuniones de amigos del ámbito cultural, que empezaron a hacerse en algún bungalow que cobijaba historias y poemas. Reuniones literarias, en directo contraste con el estado de sitio que regulaba las noches del país y que en poco tiempo dejaron de hacerse. “La verdad es que cuando la cosa empezó a crecer nos asustamos y dejamos de reunirnos, con mucha pena… Recién en el 84, con la vuelta de la democracia, nos volvimos a juntar unos cuántos en la Biblioteca Sarmiento…”
Sus experiencias tempranas en el periodismo (rescata su paso, en 1967, por la revista Panorama, cuya redacción estaba integrada por grandes como Juan Gelman y Paco Urondo). “El periodismo es muy atractivo en sí mismo y además es un buen entrenamiento, pero siempre sentí que no era lo mío, prefiero la independencia de escribir lo que quiero.”
Quizá por ese camino se derive hacia una de las consideraciones clave que se revela en su último libro: Me voy a vivir al sur, y lo decido yo, pero sin ignorar las consecuencias en los lazos personales y sociales. Su Manual de instrucciones para emigrar a la Patagonia puede llegar a ser la protección justa contra soledades y durezas, alentando la llegada de nuevos barilochenses “enteros”, listos para hacerle frente a los tiempos que corren.
Hola, buenos dias!
Luisa Peluffo, saludos! A pocos meses compre en San Martin de los Andes su libro y he leido con muchisimo interés y me gusto mucho, espero saber cuando publiques la reedición. Y frente a estes nuevos tiempos y la gente que se va vivir al sur, espero que busquen una consciencia para preservar lo unico que es patogonia. Echo de menos estar por allí.