El bosque es un “órgano vital” que permite que árboles, flores, arbustos, insectos, mamíferos, hongos, se desarrollen y puedan coexistir en completo equilibrio. Aprender a realizar un manejo sustentable de éste y otros recursos naturales es tarea de cada individuo que habita en este planeta.
El 21 de marzo marca el comienzo del otoño en el hemisferio sur, pero además coincide con el Día Forestal Mundial, declarado en 1971 por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Los parques nacionales permiten contemplar la naturaleza en sus estados originales. En los bosques de la zona patagónica andina existe una gran diversidad de especies vegetales nativas, como la lenga, el coihue, el arrayán y el alerce.
Los Parques Nacionales, distribuidos a lo largo y ancho de todo el territorio argentino, persiguen como objetivo conservar la variada flora y fauna que caracteriza cada ambiente natural, protegiéndolo de acciones externas que puedan poner en peligro su normal desarrollo.
Las áreas naturales son ideales para el desarrollo de la investigación científica, motivo por el cual existen numerosos acuerdos con centros de investigación a los que se les permite instalarse en el área de los parques.
Pero además, los parques nacionales ponen énfasis en la preservación del patrimonio cultural que constituye un verdadero testimonio de cómo el ser humano se relacionó con la naturaleza. Resguardar este patrimonio nos permite conocer rasgos de las culturas pasadas como así también comprender los procesos por los cuales el paisaje se fue modificando hasta llegar a ser lo que vemos hoy.
En forma paralela a estas funciones, los parques se encargan de la conservación de muestras representativas de los ecosistemas para que la comunidad pueda contemplarlas y disfrutarlas, labor que necesariamente debe apoyarse en la educación ambiental.
Descubriendo sin alterar la naturaleza
Cuando vamos a la montaña de paseo o salimos a disfrutar de cualquier ambiente natural, no debemos olvidarnos de llevar un botiquín y bolsas de plástico para traer de vuelta los residuos propios y ajenos también. Así evitaremos alterar el lugar.
También es importante que limpiemos la vajilla a no menos de 50 metros de arroyos y costas de lagos y lagunas, utilizando el agua de un recipiente. Lo mismo se aplica si usamos jabón para higienizarnos. Los jabones y restos de comida perjudican la vida acuática y la calidad del agua.
A la hora de armar campamento, conviene elegir lugares que ya hayan sido utilizados alguna vez. De esta manera, evitaremos afectar la vegetación que aún está intacta: la misma tarda mucho tiempo en recuperarse.
Si en el lugar donde pensamos acampar no hay rastros de un fogón usado anteriormente, es necesario elegir un sitio alejado de árboles, raíces y vegetación. Además, es preferible usar leña seca y fina para no dañar las plantas vivientes y permitir que los nutrientes de los grandes troncos caídos vuelvan a la tierra.
Antes de dejar el sitio de acampe, debemos corroborar que las cenizas de la fogata estén frías y además cubrir el suelo con ramitas ya que esto permitirá que este último se recupere.
Cuidar el ambiente natural es la única opción que tenemos para poder disfrutar de ella en una próxima visita.