Impresionante tarde de Domingo en Bariloche. Primeros días de Abril. Tarde hermosa, calmada, suave. Tres de la tarde.
Bajo a la plaza Belgrano, camino despacio, me siento unos instantes en unos de los bancos, sigo caminando…en algún momento estoy rodeado de abedules. Desconfío (soy alérgico al polen de los abedules) y pongo proa al centro cívico, enfrentando la brisa leve que viene del lago.. .
Los primeros que se me cruzan son Oliver y Sandra. 27 años. De Suiza. Hablan muy poco español, mezclamos con inglés y nos entendemos:
“Toda la naturaleza cerca de Bariloche nos gustó mucho. Cerro López, Refugio Frey…también El Bolsón” – ¿Conocieron a alguien?- “No, estuvimos solos todo el tiempo” . “Ya nos vamos, vamos a tomar el bus a la terminal, nos vamos a Mendoza”. Les explico cómo llegar a la esquina de Elflein y Quaglia, y allá se van.
El segundo encuentro dará lugar a la explicación de porqué hay tantos israelíes en las calles estos días. Alon y Adva, 23 años, de Tel Aviv. “Hay una fiesta de judíos el 2 de abril, por eso somos tantos. Es raro, somos muchos. A veces nos encontramos en la calle principal, y ¡Eh! ¡Hace tanto no te veía!”. Están tirados al sol cerca de la feria de calle Urquiza, con sus lentes oscuros. “Hace una semana que estamos. ¿Lo que más nos gustó? ¡La carne! ¡bife de lomo!” dice Alon. ¿Y ella? “A mí los helados… ¡mucho!” se ríe. No habla casi español, así que el que sigue hablando es Alon, con buen dominio de nuestro idioma: “No conocemos casi gente de otros lugares, estamos mucho entre gente de Israel. Pero algunos argentinos nos han ayudado bastante, indicándonos viajes, eso”.
Recorro un poco la Mitre, más allá, un grupo de cuatro muchachos también retozan al sol. Ayzic y Eado, de Israel, Daniel y Ben, de Australia, todos de 25 años. Casi nada de español, casi todo inglés: “A la noche Wilkenny. De día las bicicletas. Con las bicicletas fuimos a recorrer algunas cervecerias/restaurantes, muy lindos lugares. Y nos gustó mucho la Parrilla y los Helados… Con las bicicletas también fuimos a la playa, la del kilómetro 12″. –Bahía Serena…¿conocieron alguna otra playa?- “Sí, playa Bonita en el kilómetro 8, y bajamos también al lago en el kilómetro 4”.
Entro al centro cívico, a las lajas de sol. En uno de los bancos hay una pareja, él tostado y canoso, ella rubia con ojos al rimmel tomando agua mineral: Guido Y Norma, 63 años los dos, docentes jubilados de Capital Federal, Buenos Aires. “Llegamos hace una semana, ya hicimos casi todas las excursiones. ¿La mejor? Tronador. Es majestuoso, esos hielos…Nosotros vinimos de luna de miel hace 38 años. Así que estamos viendo la diferencia…nunca habiamos vuelto, hace 38 años que no veíamos Bariloche” dice Guido. Y sigue Norma: “yo por primera vez vine de viaje de egresada, en el año 61, vine en el primer micro de 40 asientos que llegaba a Bariloche. En Neuquén nos habían dicho que no íbamos a llegar. El colectivo a cada rato tenía que ir para adelante y para atrás, porque era muy largo y no podía doblar en las curvas.” –¿Qué excursiones hicieron hace 38 años?- “Varias, no´se…fuimos al Cerro Leones, por ejemplo…había unas grutas raras…y por esa zona fuimos a ver otras grutas también, éramos cinco parejas de mieleros, que nos conocimos en el tren, y alquilamos unas camionetas…también fuimos a la Isla Victoria…” recuerda Guido. “Y al Hotel Llao Llao” lo sigue con la memoria Norma, y se lamenta: “ahora todo cambió, antes cerquita del Hotel había campos de margaritas como los que había en el Cerro Otto, ahora está todo tocado por la mano del hombre. Hay cosas lindas de antes que ahora no existen o no te dejan pasar. Y por supuesto vemos cómo creció todo, antes había campo libre por todos lados.” –¿Cómo es vivir en Capital? ¿Les gusta? Norma sacude la cabeza con cara de tristeza: “No, estamos desesperados…no sé” Guido agrega: “Uno se ha organizado toda una vida allá. Los trabajos, los hijos..pero quizá sea bueno cambiar, acá hay mucho por hacer…nos gustaría hacer algo por acá, sí” se ilusiona. “Yo veo, por ejemplo, tantos árboles secos, desaprovechados…a mí gusta mucho lo manual, lo artesanal. Yo quisiera hacer algo con eso.”
Para terminar por hoy, una pareja de uruguayos: Luis y Lourdes, 47 y 57 años. Recién llegados, bajando a tocar el lago. Ella había venido hace 30 años. Y él cuenta su primera impresión: “es como me lo imaginaba, como lo había visto en las fotos, muy lindo, y mucha copia de lo de suizo y alemán. Aunque también veo como una mezcla, como si en algún momento hubiera habido un paráte y algo empezó a cambiar” Están en un mini-viaje, cinco días. En Uruguay hacen apicultura en la zona de Colonia, Carmelo.
Con el famoso termo a cuestas, siguen paseando relajados bajo el sol de abril.