Enlazados por la necesidad más que por la interacción, dos conceptos se unen para señalar un camino que no puede ser transitado sin la acción común de los actores involucrados.
“Lo que será este pueblo no podemos imaginarnos, pero de seguro será un centro de comercio y de turistas” decía en su discurso Don Carlos Wiederhold el 8 febrero de 1925, durante la celebración de los 30 años de la fundación de San Carlos de Bariloche, en tiempos en que se tomaba 1895 como fecha indicadora. Sin duda en sus palabras ya estaba claro lo que hoy en día es la principal fuente de ingresos de la ciudad y a su vez enfrenta un abanico de preguntas que tratan de establecer los límites para la explotación adecuada, tratando de ubicarse entre la conservación y la evolución de los recursos naturales y humanos.
La palabra cultura, acompañando esta intención, muchas veces aparece entendida solamente como la promoción de espectáculos artísticos, sin embargo, el concepto abre hacia una definición que dice sobre la actividad humana en el medio. Quedan comprendidas en este campo todo tipo de manifestaciones a lo largo del tiempo, acumulando experiencias comunes e individuales de los grupos que se forman en un mismo paisaje al que transforman a su vez en la búsqueda de satisfacer sus necesidades, construyendo su arquitectura, los objetos artísticos y expresando sus modos de ser en las diversas formas de la producción. Entrelazados con los objetos en su relación con el medio ambiente, también van surgiendo los mitos, los sistemas de creencias, las costumbres, los códigos sociales, las escalas de valores, que hacen a las particularidades de los pueblos.
Tanto desde el Turismo como desde la Cultura debiera existir simple y sencillamente el espíritu respetuoso de lo dado por la maravilla natural y por los usos y costumbres plasmadas en el hacer de los hombres en la historia, teniendo en cuenta que la falta de esta actitud no implica sólo una cuestión éticamente reprochable, sino que conlleva a la destrucción del recurso que le dio origen. Semejante emprendimiento no puede pertenecer a unos pocos y los actores involucrados – gobierno, empresas privadas y organizaciones comunitarias – deberían trabajar sobre esta idea para proponer y legislar las distintas alternativas.