Las virtudes sanadoras del arte han sido ampliamente difundidas. El artista con su creación expresando lo inasible y el espectador decodificando el mensaje, participando de lo trascendente, tal vez la mayor preocupación humana por acceder a un universo más allá de lo temporo espacial.
El Dr. Antonio Fiz Fernandez, hablando de la relación entre el arte y la sanación nos dice: “En primer lugar debo decir, que la difusión de los métodos tradicionales del arte de curar, como el shamanismo por ejemplo, la hacemos bajo el enfoque cultural de los mismos, puesto que el espectro de los diversos procedimientos que ha utilizado el hombre a través de la historia de la medicina, forman algo así como la esencia espiritual de la misma. La medicina fue un arte antes que una ciencia, pero siempre adornada con los misterios de un sacerdocio. He ahí el origen del shamanismo. Por eso se suele hablar de un shamanismo tibetano, norteamericano, sudamericano, indonesio, etcétera, de todos los cuales hay una numerosa bibliografía dado que además de los historiadores de la medicina se han ocupado del mismo incluso los historiadores de las religiones con estudios ya sean psicológicos, sociológicos o etnológicos”.
De allí la importancia de tomar en cuenta que Caroline de Vanssay está radicada desde hace 23 años muy cerca de San Carlos de Bariloche, en Villa Llao Llao, un lugar de magia inspiradora que la lleva a una cuidada pintura naturalista representando los conocidos cuatro elementos de Naturaleza, enmarcados en un quinto, su amor por todos ellos en la Patagonia, con la inmensidad de sus paisajes habitados por una flora y fauna singulares.
Caroline nació en la Argentina pero su formación parte de una familia interesada por el arte y de su educación en Francia e Inglaterra, nutrida por sus viajes por Hungría, Grecia, Austria, entre otros puntos del mundo. Su manera de trabajar consiste en salir al exterior para tomar apuntes, eligiendo el tema con mucho cuidado, observando detenidamente y también investigando en la literatura especializada los secretos de la biología, la botánica y la geografía. Sobre la base de la cartografía local, aves, peces y flores reflejan esta síntesis entre el saber y el resonar con la existencia en un hábitat específico, de un lugar cierto del Planeta.
El resultado de este itinerario creativo queda plasmado en un ambiente femenino, con colores casi transparentes por la luz que los recorre, pero también se visualiza un equilibrio con lo masculino otorgado por los textos que lo potencian, escritos por Juan Carlos Barrueco, esposo de Caroline.
Sus primeros pasos fueron los mapas de la zona, con el señalamiento y aclaraciones sobre las caminatas que se pueden realizar, mapas con recetas típicas y con información útil para la identificación de la plantas locales.
Además de las obras originales, de cada una de sus pinturas realiza reproducciones impresas en papel de primera calidad, en ediciones limitadas, numeradas y firmadas, montadas sobre una base rígida, protegidas con una película protectora transparente y embaladas convenientemente para que el significado original pueda llegar a los destinos más distantes en perfectas condiciones.