En mi vida en esta ciudad por más de cuarenta años he cometido un error. Seguramente no es el único, pero que descubierto a tiempo me dio la posibilidad de revertirlo y descubrir un lado que no miramos de nuestra geografía.
Descubriendo la Estepa Patagónica
Seguramente, producto de los estereotipos que nos venden desde las tarjetas postales en adelante, pasando toda clase de promoción turística y publicidad “For Export”, mi mirada como habitante de Bariloche se dirigió también siempre hacia los inmensos y verdes bosques, y los imponentes picos de las montañas que tenemos hacia el Oeste. Invierno o verano, salidas buscando un lago para refrescarse, lugares para pescar, caminatas, paseos en bicicleta, o salidas a matear, eran siempre hacia el Oeste, hacia lo que siempre se muestra, a lo que siempre se vende.
Ya mayorcito, con kilos de más, habiendo dejado de fumar y como parte natural de una etapa de la vida que se acababa para dar inicio a otra, “me puse las pilas”, retome la actividad física, dieta por medio y encontré una excusa genial para no aburrirme con mi rutina de salir a rodar en mi Mountain Bike, antes le decíamos “bici” a secas, que empezó a convertirse en el medio que justifica el fin: conocer lugares nuevos de la zona.
Así que después de agotar los circuitos que recorrí siempre, los que también hacen los turistas cuando alquilan las bicicletas, empecé a mirar al Este, un lugar que si lo mirás solo de lejos, como hice yo mucho tiempo, no tiene casi árboles, su tonalidad es en tonos amarillos casi todo el año, poca agua…, mucha tierra.
¡Que equivocado estaba! Guiado primero por algunas indicaciones de conocidos y luego por un libro de circuitos de MTB, me fui animando de a poquito a internarme hacia “la estepa”, alejándome de lo que conocía… del verde, de los lagos y las montañas.
Cada salida casi siempre con algún compañero de salida nuevo, uno que conocía un poco acá, otro que quería conocer allá, u otro que no sabía ni donde iba.
A medida que recorría lugares que ni siquiera sabía que existían, me entusiasmaba más y más con esta parte de nuestra geografía, todos con un encanto paisajístico único, lugares increíbles, pequeños oasis, casi siempre con alguna precaria construcción de un poblador, de pocas palabras pero de mirada transparente.
Así fui recorriendo y descubriendo lugares uno más hermoso que otro, puntos en un mapa que se transformaron en lugares visitados, Arroyo La Fragua, El Chacay, Las Bayas, Chenqueniyén, Ñirihuau Arriba, La Buitrera, Cuyín Manzano, Río Pichi Leufu, Mina Pico Quemado, una mina de carbón abandonada que abastecía de carbón a nuestra ciudad hasta mediados de los 50´s, que nos traslada a una película del viejo oeste. Y hasta un pozo de petróleo abandonado en plena estepa, como firme monumento de un sueño que nunca se realizó, aunque de la tierra brote el espeso y renegrido líquido, el pozo sigue ahí, abandonado desde le década del ´30, exploración que el mismísimos Alférez José María Sobral (*) encabezara hace ya 70 años.
– ”Se ve que no era rentable” nos dice Jorge, un paisano que pasa a caballo, a decenas de kilómetros de la ciudad, pero con el celular en la faja de su vestimenta bien gauchesca, por puro estatus nomas, también nos dice que el maestro de la escuela rural le contó que lo iban a dinamitar porque ensucia las aguas del Arroyo Las Minas.
Una pena pienso yo, si este lugar es tan lindo y un pozo de petróleo acá en el medio de la nada tendría que ser una atracción turística más, pero el turismo compró bosques y montañas, no creo que les interese venir para acá, como me pasó a mi, que por años me perdí de todo esto!
Martín Traut para Bariloche.Org
Me vi reflejada en toda tu publicación!!! Durante años disfrutando sólo el oeste!!! Hermoso tu relato
Muy buena nota! Quería saber si tienen mas información sobre la estepa y como llegar a la mina de carbón o al pozo de petroleo.
Saludos!
Excelente. Gracias por el aporte
Excelente la nota y las fotos. Felicitaciones.
Gracias Pedro!
Saludos