Fuente: “Una aldea de montaña”
Primo Capraro se radicó junto a Federico Baratta en 1903 en el paraje Correntoso, hoy más conocido como Villa la Angostura. Fue el fundador de la Pensión de Doña Rosa, que con los años se transformaría en el actual Hotel Correntoso, un hito histórico de toda la Patagonia Norte. Fue además, uno de los gestores de la oficina radiotelegráfica, hecho que es considerado el acto fundacional de nuestra localidad.
El diario La Nación de Buenos Aires, en una crónica publicada el 23 de septiembre de 1923, después de describir las bellezas de la zona, y mencionarla como un “paraíso escondido”, agregaba en forma contundente: “la región de San Carlos de Bariloche tiene su hombre: don Primo Capraro”.
Sin duda el personaje principal de la historia del Hotel Correntoso y del entonces, “Paraje Correntoso”, es el italiano Primo Modesto Capraro.
Nació el 12 de marzo de 1875 en la pequeña localidad de Castión, provincia de Belluno, Italia. Sus padres fueron Raimondo Capraro y Cibien María Luisa, quienes formaron una numerosa familia.
Primo Modesto fue uno de los doce hijos del matrimonio. Su infancia se desarrolló en dicha localidad y sobresalía por su carácter dominante y como claro líder entre sus compañeros. Los estudios secundarios en un Colegio de Enseñanza Técnica perfilarían el futuro hacia su especialización: constructor.
Invitado por su amigo Federico Baratta llegó al paraje Correntoso, hoy Villa la Angostura el 3 de mayo de 1903 donde se asoció para la explotación del Lote Pastoril nº 8.
Fue el fundador de la Pensión de Doña Rosa, que con los años se transformaría en el actual Hotel Correntoso, un hito histórico de toda la Patagonia Norte.
Primo Capraro se trasladó a San Carlos de Bariloche donde montó un aserradero y una empresa constructora. Allí se fabricaba la mayor parte de las viviendas, los puentes y las carreteras de Bariloche.
Hacia 1915, el pueblo de “San Carlos” contaba con 1500 habitantes y continuaba en próspero crecimiento. En 1917, el italiano se asoció con Santiago Roth, que habitaba en Peulla y era propietario de hoteles, autos y lanchas en Chile, y juntos compraron la compañía Chile-Argentina, dedicada a la actividad agrícola, ganadera y forestal.
La vasta línea de transportes que cubría toda la región agilizó el comercio entre ambos lados de la cordillera, hasta que tres años después se instaló una aduana. Las trabas impuestas por ambos países entorpecieron la actividad de la pujante compañía, la cual pereció hacia fines de los años ’20.
Sin embargo, este hombre luchador y progresista, se había convertido en la persona más importante del pueblo pues además de su aserradero, poseía una gran flota de vapores que navegaban las aguas de los lagos Nahuel Huapi, Correntoso y Espejo.
Exequiel Bustillo, en su libro “El Despertar de Bariloche”, lo describe como un “hombre instintivo y lleno de viveza natural, (…) alto, grande, casi macizo que, como la famosa estatua de Balzac hecha por Rodin, parecía construido en un solo bloque de granito, del que se perfilaban nítidamente su figura corpulenta y su redonda cara con barba, siempre sonriente y simpática”.
Hacia fines de su vida, Capraro se había hecho adjudicatario de numerosos títulos: Cónsul de Italia, presidente del consejo Municipal, agente de Y.P.F., representante de la West Indian Oil Company, Ford y Fordson, Vacum Oil Company, compañía de seguros La Columbia y Banco de Italia y Río de La Plata y además corresponsal de los diarios La Nación y La Patria degli Italiani.
Este visionario “fue un hombre de la Italia inmortal. Como sus antepasados, allí donde se aposentó, por su instinto de civilización, se convirtió en vencedor de desiertos, constructor de ciudades y trazador de caminos”, señala Ricardo Vallmitjana, en su obra “Bariloche, mi pueblo”.
El 15 de mayo de 1932, Capraro y otros propietarios de tierras de la zona del paraje Correntoso, entre los que se cuentan a los apellidos Bustillo, Lynch, Uribelarrea y Ortiz Basualdo, que mediante donaciones hicieron posible la construcción y habilitación de la oficina Radiotelegráfica, hecho que luego sería tomado como acto fundacional de Villa la Angostura.
Bustillo narra en sus relatos lo mucho que “don Primo” quería la región y recuerda que en una cena en homenaje al inmigrante realizada en Buenos Aires, brindó por aquella ciudad, “sucursal de Bariloche”, haciendo referencia al proyecto de energía eléctrica del Chocón.
“El día que la energía eléctrica de aquí dependa de las aguas del Nahuel Huapi, nos bastará cerrar la llave de paso para que se queden ustedes a oscuras y sin fuerza motriz”, señaló el homenajeado.
El 4 de octubre de 1932 decidió terminar con su vida. El pueblo entero, que prácticamente trabajaba para él, se vistió de luto. La flota Capraro hizo sonar sus sirenas durante el entierro, que tuvo lugar en el viejo cementerio de Ñireco.
Que bueno saber que un Capraro aportó parte de su vida para ayudar a lo que es hoy Bariloche. Si bien creo no tener un vínculo sanguíneo directo con este gran hombre, como descendiente también de siciliano y compartir su mismo apellido me enorgullece, ojalá Dios lo tenga siempre en la gloria.
7Castion Belluno queda bien al norte , lejos de Scicilia.
quise conocer la historia de Primo Capraro porque yo estaba casada con Gilio Capraro y según me contaba el tenía un parentesco lejano por parte de su padre Cayetano Capraro que tambien habían venido de Belluno , Italia