Foto: Richter en su laboratorio de la isla en la década del 50.
En la Isla Huemul, ubicada en el Lago Nahuel Huapi, Río Negro, Argentina, se desarrolló un proyecto pseudocientífico fraudulento denominado “Proyecto Huemul”. El mismo estuvo a cargo del austríaco Ronald Richter quien “engaño” a Perón para construir un plan nuclear.
El argumento está basado en el curioso acontecimiento que comenzó en 1948, cuando Ronald Richter, científico austriaco exiliado en la Argentina que no había siquiera publicado algún trabajo de investigación, logra convencer al entonces presidente de la República, el General Perón, de que era posible lograr la fusión nuclear controlada y que él podía probarlo. El objetivo: contar con una fuente prácticamente inagotable de energía.
Al parecer, Perón no media las consecuencias de sus decisiones (o si…?) considerando que fue también él, quien permitió la libre frontera para jerarcas nazis que se escapaban de la guerra, solo por simpatía natural que sentía por el Nazismo, el fascismo y los oficiales del Ejército alemán.
Tomando este desafío, se construyó un laboratorio en la Isla Huemul, ubicada en el lago Nahuel Huapi, mientras que los pobladores de San Carlos de Bariloche veían alterada su rutina y observaban sorprendidos la llegada de grandes cargamentos con materiales para la construcción de las instalaciones.
Allí se realizaron una serie de experimentos y en el año 1951 sus resultados fueron anunciados como exitosos al mundo entero, mientras la comunidad científica reprobaba dichas aseveraciones. Ante la duda, el Gobierno Nacional organizó una comisión formada por el Ing. Mario Báncora, el Cap. Beninson, el Ing. Otto Gamba, el Pbo. Juan Bussolini, del Observatorio de San Miguel., y el Dr. José Antonio Balseiro, quien en ese entonces tenía treinta y dos años de edad y estaba realizando estudios de Física Nuclear en Inglaterra. Si bien se les había solicitado un informe individual, fue el de Balseiro el que decidió la interrupción del proyecto, fundamentando su inviabilidad en el año 1952.
El rasgo que más trascendió fue la paranoia de Richter contra supuestos espías. En la primera visita de medios de prensa a la isla (el 24 de junio de 1951) se mostró nada científico y muy familiar para las fotos (incluso con su hija Mónica nacida en Bariloche a mediados del año ’50), pero confesó que lo vigilaban y acusó:
Hay alguien espiándome con largavistas desde la ladera del cerro Otto
A continuación Richter fue declarado loco por un psiquiatra y de todo el despliegue de su centro de investigación sólo sus equipos acústicos fueron rescatados, pasando a formar parte de lo que fue el primer laboratorio de música electrónica de América Latina, dependiente de la Universidad de Buenos Aires, en estos tiempos conocido como el Laboratorio de Investigación y Producción Musical.
Con este punto de partida, años más tarde, en 1955, abre sus puertas el Instituto de Física mediante un convenio entre la Comisión Nacional de Energía Atómica y la Universidad Nacional de Cuyo que hoy lleva hoy el nombre de su primer director, el Dr. José Antonio Balseiro.
Y por qué convirtieron el laboratorio Nuclear de Richter en un taller de Música? No tenían la mentalidad suficiente para continuar con experimentos de fusión? Claro previendo que no iban a tener una fuente inagotable de Energía, sino muchas otras ventajas que se obtienen de ese estudio? PUFFF!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
“… y el Dr. José Antonio Balseiro, quien en ese entonces tenía treinta y dos años de edad y estaba realizando estudios de Física Nuclear en Inglaterra.” … Está todo dicho… ¿Es necesaria otra “justificación científica”?.
Se puede suponer a QUE intereses termina respondiendo Balseiro. Sucede que la energia nuclear es baratisima, ecologica y eso a algunos no le conviene. Lo demas es lo de siempre: es declarado loco el desarrollador, blabla. Conspiranoia barata. No hubiese resultado extraño que Richter apareciese “suicidado”..
Más claro echémosle agua…