Entre aquel hombre que se desplazaba por las montañas inventando caminos con el afán de sobrevivir y el que ahora encontramos trasladándose con equipos sofisticados por el mismo paisaje, han pasado miles de años y hay enormes diferencias. Sin embargo, la ceremonia de la interrelación entre el hombre y la Naturaleza aparece intacta. Es la misma vibración para sobrellevar la vida, igual emoción al sorprenderse ante lo nuevo.
Fue más tarde que la mirada del hombre europeo observó aquella escena primitiva y comenzó a imaginar cómo sería recorrer los mismos caminos, pero no ya de la mano de la necesidad, sino del placer. La actividad comenzó así a desarrollarse día a día con más fuerza por todo ese mundo insospechado que ofrecía y en los últimos años la oferta al turismo se convirtió en muchos casos en excursiones multitudinarias que no recuerdan en nada aquellas sensaciones que le dieron origen a este deporte de alto rendimiento.
Las legendarias anécdotas en el Himalaya, las carretas recorriendo a los Estados Unidos de Este a Oeste, también tienen una versión en la ciudad de San Carlos de Bariloche, por ejemplo en Colonia Suiza, donde llegaron desde Chile los primeros colonos a través de la Cordillera con todas sus pertenencias para establecerse en el lugar que visualizaron con las características de Suiza y decidieron fundar sus familias en los primeros pasos del Siglo XX, seguramente aprendiendo de los pueblos indígenas cómo moverse en la inmensidad patagónica. Son sus descendientes quienes ahora se suman a otras corrientes de inmigrantes y visitantes que recrean en la región su espíritu de montañeses.
La palabra “trekking” proviene del inglés y significa realizar un viaje lento y cansador, sin más elementos que los propios pies y cargando lo indispensable para vivir. Para acceder a esta experiencia es necesario ubicar a los verdaderos conocedores de la región que plantean salidas con grupos reducidos a lugares prácticamente inexplorados donde aún en los comienzos del siglo XXI es posible imprimir una de las primeras huellas humanas.
Los escenarios son múltiples: hielos continentales, el Fitz Roy y el Cerro Torre, en el Chaltén, Capital Nacional del Trekking. Desde Ushuahia hasta el noroeste de la Argentina, en Salta y Atacama. No es necesario poseer un alto estado físico para acercarse y pasar una noche en una carpa en el valle. Compartir las experiencias de los que acceden a los sectores más complicados es algo inolvidable. Las propuestas son diversas, desplegando programas para distintas posibilidades. Entre ellas existe una de altísimo nivel: la del heliskiing, que implica ir hasta lugares remotos a bordo de un helicóptero, descender para el esquí o el snowboard y finalmente regresar de este sueño incomparable a la escena urbana.
La geografía de estos parajes ha permitido establecer lazos con organizaciones de otros lugares del mundo con los que el contacto es constante. Para noviembre del 2006 se está organizando junto con el DAV SUMMIT CLUB el cruce del Hielo Continental Norte, denominado poéticamente por los pobladores de la Patagonia austral chilena como una “Pampa de Nieve”, dada la enorme extensión de 100 x 450 kilómetros, con el ascenso del Cerro San Valentín, la cumbre más elevada de la zona. Para esta aventura se espera contar con la presencia de Reinhold Messner, el primer montañista en escalar los 14 montes de más de 8.000 metros, explorador de la Antartica y del desierto de Gobi, escritor de más de 40 libros, coleccionista de arte tibetano, curador y creador de museos, protector del medio ambiente, eurodiputado (por los Verdes italianos), fotógrafo, agricultor, ecologista … entre otras cosas. Reinhold Messner, tirolés nacido en el año 1944, cuenta con logros realmente impresionantes. Fue el primero que escaló solo una montaña de 8.000 m., el primer ascenso estilo alpino a una montaña de 8.000 m., el primero que llegó a la cumbre del Everest sin suplemento de oxígeno, el primero en escalar el Everest solo, el primero en hacer una travesía entre dos montañas de 8.000 m. Semejante personalidad del montañismo estará recorriendo los mismos lugares que causaron la admiración de los indígenas, a lo largo de la costa del Pacifico, los Alacalufes, que se denominaban a si mismos Kaweshour y los otros nómadas del continente, los tehuelches, mucho antes de que llegaran los españoles para comenzar a escribir la historia, sugiriendo al hombre contemporáneo que viva la propia.
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