Federación de Andinismo y Escalada
Están los que siempre usan la misma ropa. Están los que llevan amuletos. Los que hacen promesas. Los que imploran mirando al cielo. Los que creen en supersticiones. Y están los que siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas. Los que siguen jugando cuando se acaba el aire. Los que siguen luchando cuando todo parece perdido. Como si cada vez fuera la última vez. Convencidos de que la vida misma es un desafío. Sufren, pero no se quejan, porque saben que el dolor pasa, el sudor se seca, el cansancio termina. Pero hay algo que nunca desaparecerá: la satisfacción de haberlo logrado. En sus cuerpos hay la misma cantidad de músculos, en sus venas corre la misma sangre, lo que los hace diferentes es su espíritu, la determinación de alcanzar la cima, una cima a la que se llega superando a los demás, superándose a uno mismo.
Un viaje Imaginable
Cuánto del espíritu tolkiano. Cuántas imágenes se pueden asociar a la estoica lucha de Frodo por alcanzar el monte del destino y en toda la comunidad del anillo por ayudarlo. Se puede ver a cada uno de estos personajes con actitudes resaltadas por la federación en su lucha incesante por concretar lo que están destinados a ser, simplemente héroes al romper con sus limitaciones. Parafraseando a Richard Bach:
lucha contra tus limitaciones y las vencerás
De no saber que John Ronal Reuel Tolkien nació en Sudáfrica, que de chico se mudó junto con sus padres a Inglaterra y que nunca visitó nuestro país, defendería con Dardo en mano -la misma legendaria espada élfica- la teoría acerca de que se basó en los bosques y lagos de Bariloche, en sus valles y ríos para describir el relieve de la Tierra Media.
Pertenezco a una familia tolkiana. Mis tíos conocieron la obra maestra de John en Bélgica, allá por 1974. Crecí envuelto en discusiones acerca de semejante legado, hasta que a mis 16 años me sumergí en esta tremenda aventura, y obviamente quedé prendado a la misma, no sólo por el tremendo periplo, ni por el heroísmo; ni siquiera por esa necesidad de ver triunfar al bien por sobre el mal o por la facilidad con que me transportaba de mi cama a la Tierra Media, a la Comarca, Rivendel, a las montañas nubladas, Lothlórien, el río grande, Fangorn, Ithilien, Gondor, etc., sino que me recordaba algo, algo que estaba perdido en mi infancia, algo que en ese momento de mi plena adolescencia, no podía entender, no podía recordar, ni comprender.
Tendrían que pasar muchos años, una carrera universitaria, muchos libros de mitología, horas y horas de lectura y muchas vacaciones en el sur, para comprender por qué desde mi primer contacto con El Señor de los Anillos quedé tan extasiado y cómo ese éxtasis se conjugaba con la tranquilidad y bienestar que sentía cada vez que venía a Bariloche.
A los 12 años conocí esta región, el colegio en el que cursaba mi séptimo grado nos trajo de vacaciones, a la colonia marista. Un mes. Enero. Impresionante. Hicimos caminatas, subimos al López, al Tronador, nos bañamos en lagos y ríos, y tantos cosas más, tantas sensaciones inenarrables. Y en ese viaje nació un amor por estos lares que se mantuvo a través de los años y de mis cambios, tanto fue el amor que a mis 31 años decidí venir a vivir aquí.
Se ha escrito acerca de Tolkien y su cristianismo, de los mitos que recrea en su obra, de la influencia de su historia en la música, de cuánto ha aportado en la literatura de ficción, pero no he encontrado nada escrito acerca de su inspiración a la hora de describir los lugares y los paisajes. Mucho ha salido de su imaginación, y pienso que otro tanto de su niñez en Sudáfrica, pero por qué no suponer de un viaje secreto a nuestro sur y por ende de un enamoramiento por Bariloche, sobre todo si se piensa en la similitud de los paisajes.
Se sabe que Peter Jackson tuvo en cuenta a la hora de elegir un lugar para darle vida a su película, a nuestro sur. No tengo bien en claro por qué optó por Nueva Zelanda, pero lo que sí tengo claro es que no tenemos absolutamente nada que envidiar. Que el ascenso al Tronador puede ser asimilable al ascenso de la comunidad al Caradhas, que el bosque que rodea la tumba de Otto Meiling es como el paraje descrito por John en la aventura de Bilbo y los trols, que el ascenso al López, la caminata que lleva al refugio del Jacob, la caminata al lago escondido o a Villa Tacul y los tantos parajes que aún me quedan por descubrir pueden perfectamente haber inspirado a Tolkien en su grandiosa obra.
Cada vez que salgo a caminar con mi mochila al hombro experimento una sensación muy fuerte de que detrás de algún árbol o de algún arbusto van a aparecer Frodo y Sam preguntándome si tengo yerba para pipa y si les puedo convidar, es una sensación que por suerte no me abandona.
Estoy convencido de que en mi vida el amor que siento hacia la Tierra Media se debe al amor que siento por esta ciudad y su inagotable belleza. Estoy convencido de sus muchas similitudes.
Ya sé, John Ronal Reuel nunca conoció Bariloche, y es probable que ni siquiera haya escuchado hablar de nuestra Patagonia, pero parece como si la hubiera conocido y si no, nunca está demás ni es descabellado soñar en que nos visitó, en un viaje secreto y desconocido por muchos, en su propio periplo, uno asimilable al de Frodo yendo a Mordor para destruir el anillo único.
El sur de Chile y Argentina realmente tienen paisajes que bien podrían ser escenario para el Señor de Los Anillos. Se supone que Tolkien se inspiró más bien en la campiña inglesa, pero en la Patagonia y en los bosques del sur la naturaleza aún se encuentra en su estado más puro.
Coincido, increíblemente, con la nota de Pablo acerca de la similitud de paisajes que uno se imagina cuando lee el libro y lo compara con Bariloche y alrededores. Yo primero lei el libro a los 15 años y luego conocí Bariloche a los 28, en ambos casos mi enamoramiento y fascinación fué automática y perdura a través de los años por suerte, y puedo decir que no hubo influencia de imágenes en la lectura del libro. Afortunadamente visito Bari todos los años aunque sea una vez por temporada invernal y, cuando puedo escaparme, en verano tambien y la magia nunca acaba. Hace poco, antes que estrenaran la primer pelicula de la saga lei nuevamente la triologia (y bien digo “lei” y no “re-lei” por que fue como todo nuevo para mi a mis 40 y tantos años) y juro que me conmoví mas que antaño con el agregado que mi cabeza volaba automáticamente para esos bosques tan queridos y fué como vivir la experiencia con la Comunidad del Anillo. Que loco todo, no? Un abrazo para todos y en especial para los amantes de Bari y la triología. Gustavo.
No es tan disparatado!
Frodo Baggins, el Bolsón
En una de las traducciones le dicen Frodo Bolsón