La Patagonia es inmensidad, es ver animales sueltos, sentirse pequeño ante la majestuosidad de sus cielos visualizando el vuelo de los cóndores.
Es el andar tranquilo de su gente, es diálogo con un mundo sorprendente sin necesidad de muchas palabras. También es historia registrada por los primeros habitantes que dejaron sobre las piedras sus mensajes para la posteridad, o sea, para nosotros, que hoy nos preguntamos sobre sus costumbres, sus luchas cotidianas en un paisaje que no conocía las fronteras. Nosotros, en La Cueva de las manos, en el imponente cañadón del Río Pinturas, declarada Monumento Histórico Nacional por su magnificencia artística, enfrentados al abismo de querer descifrar sus signos.
Para recorrerla, para conocerla desde su intimidad, hay una ruta, la Ruta Nacional 40 en su tramo sur. Un amplio camino de ripio en el medio de la nada señalando el desafío de transitar los misterios de la Patagonia Argentina.
Desde Bariloche se han organizado viajes regulares que por cuestiones climáticas parten todos los días impares desde noviembre a marzo, en vans con capacidad para catorce pasajeros. Las localidades de Perito Moreno, El Chaltén, Calafate, el Parque Nacional de los Glaciares, quedan así unidos por esta ruta nacional que, con sus intersecciones con otras provinciales, permite llegar a míticos lugares.
Los programas para poder disfrutar son diseñados de acuerdo a los deseos de los pasajeros. Año a año viajeros de todo el mundo llegan a la región ansiosos de conectarse con una experiencia incomparable. Turistas argentinos también eligen con sus familias este trayecto, compartiendo con sus hijos la conciencia de tener un país increíblemente extenso con múltiples paisajes y facetas.
Los hospedajes en los establecimientos ganaderos y chacras que producen frutas finas y hortalizas brindan un acercamiento a los pobladores, disfrutando de comidas caseras elaboradas con productos regionales. Las “picadas”, el buen vino, asados patagónicos y exquisitos desayunos logran hacer sentir a los huéspedes como en su propia casa, con todas las comodidades del mundo moderno y el placer de acercarse a las costumbres de los lugareños.
Para los diferentes planes, más cercanos a la aventura de vivir desde el llano en contacto directo con la naturaleza, también incluyen los equipos para acampar y de vestimenta, con las comidas necesarias.
El tránsito por la ruta de ripio con todas las precauciones necesarias permite observar desde cerca las manadas de guanacos, la geografía cambiante y se constituye en sí mismo en un itinerario fascinante.
Pero sin duda la majestuosidad de los glaciares son un hito impostergable. Se trata de un Área Protegida de 600.000 hectáreas. Entre los 356 glaciares, el Perito Moreno es el más imponente, con un frente de 5 Km. y una altura de más de 60 metros sobre el nivel del agua. Es mundialmente conocido, justamente por sus procesos de ruptura el frente del glaciar, al llegar al margen costero, cierra el paso de las aguas del Brazo Rico y produce una especie de embalse donde el agua supera en desnivel unos 20 mts., originando la filtración que culmina con la esperada ruptura. La última vez fue en febrero de 1988, pero continuamente se desprenden bloques de hielo quebrando el silencio.
El Parque Nacional Los Glaciares, fue creado en 1937. Posee 726.900 hectáreas -de las cuales 154.000, pertenecen al Sector de Reserva Nacional. En 1981 la UNESCO declaró al Parque Nacional Los Glaciares como Patrimonio Natural de la Humanidad.
Lo agreste, el silencio, lo majestuoso y sorprendente están allí, sencillamente esperándonos.
Marta Carbonero para Bariloche.Org
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